martes, 20 de enero de 2009

Recorrido y mas...

De chico uno aprende lo bueno y lo malo, lo que le gusta, lo que desea, lo hermoso y todo parece ser esto último. He recorrido las calles de Claromeco (también sus terrenos) cientos de veces, miles diría sin exagerar. En ellas crecí, viví momentos inolvidables. En estos momentos por mi cabeza pasan situaciones, hechos y fotografías de lugares.


Uñas de gato en los médanos de Claromecó

Flor amarilla de Claromecó La playa, los campeonatos de voley, el tranvía de Rondanina, las uñas de gato (hoy casi no existen), las flores amarillas que abren de noche, las lagartijas cerca del faro, el arroyo con sus lisas saltando, los gigantes medanos por donde rodábamos y caíamos con temor a los cangrejos. El ruido de los tablones del puente al paso de los autos, ni hablar de los camiones esos pasan justitos, y querés un recuerdo mas, ahí viene la chancha celeste del gordo Gamio, el va a Dunamar donde tiene la casa, mejor subamos al fierro del costado para que los tablones no te pellizquen los pies. El carrito, párrafo especial para este súper vehiculo que no era un cuatro por cuatro, pero me encantaba, solo disfrutaba de el en mis vacaciones, estaba hecho con caños y ruedas de monopatín, esos que fabricaban en el negocio allá en Gerli. El piso era de madera y tenia en sus cuatro puntas caños doblados hacia fuera, ahí colgábamos las bolsas de pan que llevábamos a la playa, las cañas mojarreras y las alpargatas húmedas. La especialidad era el traslado de la red, se enterraba en los medanos pero nos aliviaba en las calles recordá que la red era de hilo y a la vuelta pesaba cualquier cantidad, aunque con tía Mari el transporte era de ropa, toallones, mate y las infaltables galletas. La calesita y los botecitos, La Terraza hoy ver sus ultimas partes parece mentira, y si hablamos de La Terraza no podemos dejar afuera a La Choza, Llueve, Epa, Sol, El Tucu y Montoto, un lugarcito heroico, calido, donde nos refugiábamos para pasarlo bárbaro. La estafeta de Fuente en su verdulería, y nuestra pregunta diaria, hay carta para Satini. Y como no íbamos a pasar, si además de querer de nuestras familias y amigos, teníamos que ir a cargar los sifones a lo de Burgueño. Claro, sabia que iba a pasar, estoy llegando a la plaza y mientras hago la diagonal para ir al centro, ya puedo oler el humo de la leña del horno de Reinoso. Mi cerebro debe estar marcando las diesiciete y treinta. En la esquina esta Chedrese, pero tres aromas mas quedan en ese tramo, el olor de los duraznos y las uvas de la verdulería de Gesen, el de la nafta en la YPF y aquí veo que me quede corto. Se suman el de los tomates del abuelo, los parches de la gomería y la tosca húmeda por el camión regador. Al que corríamos para mojarnos a su paso. Mojarnos dije, entonces dejame entrar al recuerdo del lavadero en la YPF, que ventaja en carnaval no?. Son las 19 y la calesita ya arranco, la puso ese hombre alto que viene de Escalada, allá por donde vive tío Juan que cada vez que viene o va le trae algún repuesto. Pero antes de entrar a la calesita, hay una cita obligada, y aquí debo hacer una pausa, casi una reflexión, donde veo que la vida es inestable, sorpresiva. Había que mirar por la primer ventana, la que esta pegadita a la calesita, los artículos de pesca y cuchillos que trajo este año Casa Meléndez. Meléndez que tipo importante allá atrás hablando por radio, que bueno para Claromeco. Pienso seguirá siempre en esa esquina la radio?. Esta vez la respuesta la doy yo. Si.

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