martes, 20 de enero de 2009

La primera de Tío José

Hoy voy a pasear por lo de tío José, que lindo era ir a lo de tío, para muchos que todavía no lo saben, era mi padrino, que bueno era eso también, me sentía cómodo, protegido, en verdad privilegiado.
Tío José era un grande, el estaba bien con poco, estaba actualizado, siempre se reía, cuidaba su imagen, su cabello siempre bien peinado, sus bigotes arreglados, su impecable camisa Grafa, su mala costumbre de poner los documentos en el bolsillo de la camisa, y su picardía para jugar a la quiniela.
El mismo que me cagó a pedo cuando le dije que me iba a comprar una moto, ese día si se enojó, y nunca le dije que había perdido la insignia charretera que me había regalado de su paso por el ejército y haber sido dragoneante, por si no sabes qué significa esta palabra, es el merito al mejor soldado, y sabes el me dijo miles de veces, seguí la carrera Luis, no seas boludo, vos estas preparado para eso.


Las veces que me escondía en el Fargo para que me llevara a la casa, después más grande, pero no más tonto me tomaba el 302, te acordás el colectivo blanco, negro y rojo?, ya casi ni te acordas, después al desaparecer esta línea, automatizados tomábamos el 277, porque si nos pasábamos, no nos íbamos a ir mas allá de Avellaneda. Y porque no decirlo cuantas veces no frenaban en la parada de lo de tío, y nos llevaban hasta Rivadavia. Pero que importaba, íbamos a la casa de tío José.


Colectivo Fargo de Tío José

Ellos y digo ellos, por toda la familia, por ahí al estar todos los días juntos, no se daban cuenta del cariño que tío le ponía a esa casa de Páez, como la tenía cuidada, como la pintaba casi a diario. A mi me hacia muy bien ir, porque encontraba cosas que en la mía no veía o no tenia, además y estos detalles si van a traer recuerdos, tío pintaba las paredes con pintura al aceite que se usaba en esa época, y después las pintaba con sintético, eso las hacía con un brillo especial, el living era terrible, siempre arreglado, limpio, con sus sillones, el combinado y los discos, todos ordenados y sin pelearse, en ese orden compartían los tango y pasodobles, con los hits del momento comprados por las chicas, así le decíamos a Lucy y Maria Elena.

Cuando llegaba y todavía no había nadie, digo las chicas o tío, tía Mary me decía casi como una ceremonia, Luis pone música, vos que tenes buen gusto, vos que pones música linda. Y así sucedía, era imposible no poder disfrutar de ese lugar, con la ventana siempre abierta a la calle, la casa de Laurita enfrente y las mellizas al lado, Gustavo y las gallegas pegaditas. El sol invadía cada sitio del living, las sillas de madera y el tapizado de cuerina a rayitas con relieve, la mesa de madera con rueditas donde se ponía la bebida y el pan, porque no alcanzaba el lugar.

Tía Mary cocinaba siempre un poco de carne, ahora uno a la distancia, y sabiendo que nunca fuimos muy pudientes, recién ahora me doy cuenta que a veces, no siempre, tía hacia pedacitos de carne con cortes que valla a saber de donde los sacaba, pero no faltaba la carne, y como llegaba a la mesa!!, jamás lo vi y disfrute tanto como en lo de tío, llegaba en la plancha, calentito, con todo el jugo, que era repartido por el jefe en tres partes iguales, para sus hijas y para mí. Que ejemplo de vida carajo.

Antes de irme de la cocina, quiero dejarte otro menú favorito de tía, la carne arrolladita tipo matambritos, aunque ella siempre decía con su sonrisa a pleno que le movía los lentes, vamos a comer “porotos con tomate”. Creo que si llegaste hasta aquí, alguna lágrima ya se te cayó, por lo menos a mi, si, que se va hacer, será la vejez, será el amor.

Ahora bien, demos una vuelta más por el living, ahí tenes el espejo, infaltable, con ese marco en madera, pintado de color oro y puntitos de relieve. Las paredes con esos colores combinados, según la época, fuertes o tenues. Te invito a pasar, te voy a mostrar la casa sin reformas, esta habitación de pisos de madera, lustrados, y con patines, pobre de vos si no te pones patines, aunque a decir verdad a mi se me permitía, es la habitación de los tíos, por supuesto de techos altos, muebles antiguos, la foto del matrimonio, clásica, enamorados ellos, la araña de vidrio y colgantes, y la puerta contigua que da la pieza de las chicas, sus camas ordenadas, la mesa, y los roperos, y la puerta que da al pasillo compartido con tío Saquis.

Si volvemos un poco atrás, la cocina, si habremos hablado de cosas y proyectos ahí, de mis locuras y sus vidas, si habrán salidos comidas para las fiestas de fin de año, allí en el rincón podes ver vos y solo vos, la incansable batidora Kenwod, ahora decime, sin perder la cuenta, cuantos pero cuantos postres salieron ahí, cuantos postres con vainillas, cuantas cremas, y cuantas enseñanzas que hoy están utilizando las chicas.

Que detalles, que linda familia, él quería eso, ellos querían eso y lo lograron, sentí mucho la muerte de tío, pude vivir esos momentos porque estaba por allá, pero me pasó algo muy particular con tía Mary, tengo una imagen de verla siempre bien, y me quedó eso, sabes cuando me di cuenta que no estaba mas?, recién este verano, con mis condiciones de sensibilidad y predicciones. Lo sentí un mediodía, en la casa de la 17, cuando agarré una sartén negra que ella usaba, que todos usábamos, ahí me llegó tía Mary, y por suerte estaba solo, me puse a llorar y busque donde refugiarme, después llame a las chicas pero no tuve respuesta, ya que estaban de vacaciones creo, y lo compartí con tía Nené.

Lamento tanto haber perdido todo esto, creo que no disfrutamos todo lo que hubiésemos querido, lo que ellos hubieran querido, si pensas que aquí termino todo, no es así, hay capítulos especiales para “cositas” especiales. Pero bueno, ya pasó, todo pasó, hoy todo es recuerdo, si das una mirada a todo esto, dudo si todo pasó.

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