jueves, 25 de junio de 2009

25 de junio el día que me sentí muy mal por dos

El día comenzaba casi como cualquier otro, digo casi porque ya tenía algunas molestias. Igual voy a trabajar porque me hace bien trabajar, me acorta la vida, me saca de mis cosas, es casi una droga a la cual voy para que el tiempo se suceda.

Pero a mitad de mañana el dolor en la boca del estomago pudo más que yo, esta vez no pude esperar que se pasara, no hubo tiempo para el tiempo. Entonces uno piensa para donde va a salir, que debe hacer, como lo debe hacer, y como va hacer. La primera salida era la lógica, llamar a Paula para el traslado, pero pensás que debe estar ocupada, por eso dudas y además no querés que ella deje sus tareas. Ella te ofrece el auto para ir al hospital, porque ya le dijiste, me voy al hospital, tu cuerpo no soporta más los dolores, entonces pensás en los familiares, en lo que habrán sufrido en sus enfermedades y te preocupas más por ellos que por vos.

El auto esta a disposición, pero también sabes que vas a quedar internado, porque la cosa esta difícil. Entonces empezás de nuevo, le decías que te venga a buscar porque ya no hay más tiempo, porque todo parece tarde. Por tu cabeza pasan tus hijos, como les digo, como reaccionaran, que deben hacer, sabrán que hacer, todo esto mientras el dolor te parte en dos. Subís al auto pero nada cambia, se nota la cara de espanto de Paula, que ni siquiera quiere mirar de costado, no quiere provocar más problemas donde ya los hay, pero se olvida que estás viejo, que ya lo hiciste vos eso de desimular, y que la cosa esta así.
El hospital esta lleno, la gente esta loca con la fiebre porcina, no te atienden, entonces en la desesperación de Paula, sale de su boca lo que vos ya habías pensado, vayamos al sanatorio.


Y para allá vamos. Al llegar sucedía lo mismo que en hospital, pero el miedo de Paula también asusto a la empleada de la mesa de entrada, lo que hizo que me atendieran de inmediato, a los pocos minutos me encontraba en una camilla, con suero, extracción de sangre y midiéndome la presión.

Y ahora como sigue la cosa, eso te lo habías planteado antes de ir y ahí estabas tirado en una camilla a la buena de Dios. Como no podía ser de otra manera avisaste al trabajo, como si fuera una religión y trataste de avisar a tus hijos sin asustarlos, ni vos sabes que va a pasar. A tu lado y atendiéndote está Paula, pobre no tiene la culpa de esta situación, esto no es para ella. Siempre pensaste lo mejor para ella, no esto.

Miras el techo y te acordás de otra internación, volvés a recordar que no sos nada, que cuando llegas a esa situación no sos nada. Todo queda atrás, los esfuerzos, las explicaciones, el perdón, el cariño, los momentos y el amor. Por eso te decís otra vez, dejate de joder y trata de vivir, no te pelees tanto, se más bueno, deja de ser tan justo, tan derecho, tan religioso en tus cosas.

Tenés los brazos pinchados y por tu cabeza pasa lo que viste en los últimos años, el viejo y los tíos pinchados para calmar su dolor, ellos nunca quisieron estar así, vos tampoco, la vida es otra cosa, la vida es caminar, y si es posible de cara al sol, debajo de la lluvia, y podría seguir con muchas cosas más, pero en realidad si estás aquí leyendo esto, ya sabes lo que es la vida.

El dolor pasa, recordás una frase que tenés en tu cabeza desde hace unos días, desde que Santi se sintió mal, desde que Mariana se sintió mal, desde que Paula se sintió mal, y desde que Josefina se siente mal (en este orden vinieron mal las cosas). La frase de tía Juanita, ella siempre decía “si pudiera sacarte el dolor hijo, lo haría, lo tendría yo, en vez de voz, así no sufrís”. Que cosa tan grande, que valor a la vida.

El tiempo transcurre, no sé que le pusieron al suero, pero tenés un alivio, y querés aliviar a los demás es tu costumbre, haces chistes, con Paula, con la enfermera y hasta con el médico.
Tus amigos vienen a visitarte, vos te querés ir, las cosas están dadas para eso, solo falta un electro.

Hoy me sentí mal por dos, de salud y mal por los que me rodean, no quiero que me vean así, ese no soy yo, no quiero terminar de esa manera, lo mio tiene que ser rápido y sin vueltas.
Ya casi estas con un pie afuera, es hora de preparar la salida, en la calle hace frío, pero es la calle y para allá voy. Solo tenés que cuidarte, pero ya estás, el sol vuelve a iluminar tu cara, el viento te da otra oportunidad y el frío, el frío es hermoso.
Gracias a todos.

miércoles, 4 de marzo de 2009

La plaza de Claromecó

Hoy pase dos veces por la plaza, y sabes una cosa, hoy me vas a tener envidia. Ayer estuvo lloviendo y esto hace que los aromas tomen fuerzas y se conviertan en la felicidad de quienes podemos encontrar tanta felicidad en tan poco. Me impregne de aroma a pinos, su olor a salvaje hoy me cubría como un manto, además, pude apreciar nuevamente el camino que divide la plaza, que la corta en sus cuatro esquinas, que seguro debe ser el mas extraño de todos los caminos de una plaza, porque no guarda la diagonal, pero si tiene, lo que ninguna plaza tiene, todos los recuerdo de Claromecó. Y en esos recuerdos, los planes del día de cada uno de nosotros en cada pasada, los chismes de cada noche, lo que vamos hacer cuando lleguemos al centro, lo que vamos a pedir en La Terraza, el amor que será de verano, la búsqueda de la felicidad en una canción, en una noche, en cuando te saquen a bailar. Cuantas cosas encierra una plaza, además de sus flores, sus pájaros, la vista de la iglesia. La plaza de Claromecó tiene farolas como las de antes, tiene el romance de la luna, la luz del sol, la promesa en una estrella. El tiempo va cambiando sus cosas, ahora tiene un ancla, tiene un monumento abandonado a la madre, tiene homenajes a personajes de la localidad, pero no puede cambiar su esencia, sus encantos, sus duendes, su magia. Hoy cruzo nuevamente la plaza, y en verdad me sonrío solo, lastima que no estés conmigo para compartir esta sonrisa, lastima que no estés conmigo para compartir esta locura.

Crecer seguros y en paz en Claromecó

Anoche fue diferente, con dudas entré de lleno a un tema que compete a mis hijos, “seguridad”. Un tema donde involucrarte te puede traer problemas, pero lo tenía que hacer. Ellos necesitan estar bien, crecer tranquilos, sanos y en libertad. Claromecó necesita de seguridad y paz. Y ahí estuve yo, reuniendo gente para pedir por seguridad, ahí estuve al frente de la cosa. Me expongo mucho, no por mí sino por ellos, si las cosas no salen bien, puede haber represalias, pero también no puedo ver las cosas de afuera, no puedo mirar a un costado, mi apellido es así, jamás me lo hubieran perdonado mi abuelo, mis viejo, mis tíos. Siempre estuvimos involucrados, siempre fuimos al frente, aun sabiendo que teníamos diferencia en contra. Y anoche no fue diferente, es mas todavía hoy tengo miedo y debo cuidar de ellos mas adelante, de los delincuentes nunca se sabe, y siempre pienso en ellos. Algo de tranquilidad me dio hoy, salí a caminar las calles y todo el mundo me saludo a mi paso, buen día Luis, hola Luis, buen día Satini, eso me hizo bien, tan equivocado no estoy, tan mal no hago las cosas, todavía puedo levantar la cabeza, todavía puedo usar mi apellido, mi nombre. No tengo miedo por mí, tengo miedo por ellos. Le tengo miedo al desorden, al vago, a la droga, al alcohol, al tipo que se cree un poco mas y solo es un poco menos. Las cartas están echadas, ahora hay que saberlas jugar. La gente te acompaña, solo hay que empujar, nunca tan pocos fueron mas que nosotros, se supone que tan pocos malos jamás pueden vencer a tantos buenos. El tiempo dirá, Dios seguro nos guía.

Yo tenía veranos y un amigo… (Homenaje con ayuda)

Hay paisajes fugaces de los que uno se despide para siempre:
Los cerros de Mendoza, el monumento a la bandera, Península de Valdez, el puente de Río Cuarto, el mar de Claromecó y hasta te diria el barcito de Chucúl, un pueblito perdido cerquita de Rio Cuarto.

Serán, a veces, un recuerdo.
Pero puedo morirme sin volver a verlos.
En cambio esto de hoy es implacable.
Estoy aquí, tomando un café en el Nahuel Epú hasta que se haga la hora. En el mismo lugar donde una vez estuvo Rondanina.
Estoy aquí con el corazón dobladito como un pañuelo para guardarlo en el bolsi­llo hondo de la tristeza.
Es confuso el cielo del atardecer, es confuso en mi cabeza, el ruido de las olas, que llegan y que se van, y la arena oscura que se funde con la espuma de la orilla.
Fueron veinte minutos en una silla; un pedido de cuenta y el clásico no es nada, deja Luis. Y chau mar.
No te quiero decir chau mar, adiós, good bye...
Mi mar, visto durante 47 años desde el mismo ángulo, sabiendo de su sol bueno o malo, su cielo de cada noche desde diciembre hasta marzo, dónde esta la Cruz del Sur, o el Lucero que mi viejo me marcaba en las noches de paseo, lo mismo hacía con mis hijos, en qué momento se dá vuelta el vien­to; sus cambiantes olores: a yodo, a peces, a sal.
La luna está enredada en el oleaje, se refleja en el mar, luna arri­ba, luna abajo, ¿a cuál de las dos le pido que me seque las lágrimas?

Yo tenía un pedacito de mar,
Un pedazo chiquito chiquito:
Toda el agua cabía en un dedal
Y la arena... en un baldecito.

Azul, gris, verde, plateado, una aguaviva es una odalisca que danza con velos transparentes.
El tiempo se termina, hay que volver y toda la magia se rompe.
El faro en su soledad me observa, como diciéndome: ¿Vas a marcharte, de verdad?
Y fue así: tomé mi vida, le partí un pedazo, lo dejé en aquel mar.
Lo que quedó allá ya no lo tengo en mí.
Tengo un agujero profundo en la memo­ria, y hasta me arden, me queman, me lasti­man los recuerdos de ese tiempo que no pueden más abrazarme, darme descanso y un espacio infinito donde yo tomaba apun­tes, escribía frases para mis cuentos de todo el año...
Mi alma no se perdía cuando salía a recorrer los caminos del aire junto a las golon­drinas...
No sé ni me interesa en qué estación vivi­mos.
El verano pasado fue de persianas bajas.
El próximo verano no llegará, no se irá.
Ya no será verano ni le diré verano: será lo que no tengo, mi rama mutilada, mis ganas de llorar, mi silencio.
Mi desconsuelo.
En el agua repetida, en el agua que jamás se renueva y no envejece, se evapora y llueve, moja a los seres vivos y muertos, en esa misma agua, puse mis pensamientos de todo lo que mi alma ha recogido, y en estas lágri­mas de ahora.
¿Cuándo llegará a mí mi paisaje perdido en una gota de tu agua, mar mío?
Yo tenía un pedacito de mar,
pero ya no lo puedo encontrar... (vos tampoco amigo Fran)

La esperanza de encontrar nuestras cosas

Todavía quedan buenos días, todavía camino tus calles, todavía puedo ver el sol, las estrellas, una luna llena, respirar tu aire cálido con arómas perfumados.
Es bueno poder decir esto, es bueno poder compartir pensamientos, sentimientos, y dentro de estos, alegrías y tristezas.

Si me detengo y con tu ayuda, puedo ver todavía al Claromecó que amo, el Claromecó que busco y está más retirado. Solo hay que bucear entre tus calles, terrenos, playa, comercios.
Solo así podes encontrar las galletas marineras de Reinoso, la miel de Fangauf, los dulces caseros, las ciruelas de plantas guachas, las parras de las casas mas antiguas, los higos de los terrenos, los duraznos de las huertas caseras y los tomates colgados de las cañas, con ese aroma y gusto tan especial.


También y cerca del faro, todavía hay tucu-tucu, lagartijas, teros, gaviotas, horneros, calandrias, y las golondrinas.

Nunca te conté que las golondrinas en agosto comienzan a marcar la esperanza de la gente de Claromecó. Sí, aunque te parezca mentira, la llegada de las golondrinas, las flores en las uñas de gato y el florecer de las acacias, te marcan que esta llegando una nueva primavera, y con ella, el trabajo, los días mas calidos, y la esperanza de un nuevo verano.


Cuantas cosas no sabes de este Claromecó, vos sabes lo que siempre ves cada verano, pero ignoras la parte más dura, más fea, el doloroso invierno y sus problemas.
En definitiva todos sufrimos el invierno, pero uno cree que aquí es peor, lo bueno es saber que después viene el disfrute.

domingo, 1 de marzo de 2009

Lennon

Si fuese boxeo diríamos viene madurando el Knock out. Como es nuestra realidad, solo tenemos que decir, viene madurando él o los recuerdos, con todo lo que ello significa.
Ayer hicimos el amague de pasar la red y hoy finalmente se dió.
Claro visto de esa manera, dirás, que tiene de raro, que tiene para contar… y así comienzo.

Pasar la red es la reunión de amigos, la familia, el amor, y como ya dije en otra nota, “todo entorno a la red”.
Hoy a la distancia, yo creo que ni el viejo se hubiese imaginado semejante cosa.
Muchos de los que nos ven “tirar” la red, solo preguntan lo que ven, “salió algo”, y en verdad lo lamento por ellos. No pueden ver lo esencial.

La red hoy significó encontrarnos, disfrutar, jugar, conversar, recordar, ver nuestros gestos perdidos y los que evitamos ver.
Tirar la red hoy fue compartir nuevamente la galleta marinera de Reinoso, porque eso también se transmite y por suerte en generaciones.
Entre pasadas el cansancio se hace sentir, pero el entusiasmo te supera, aún para los novatos como el caso de German, que se animó y se sumó a la pasada.

La de hoy tuvo un ingrediente nuevo, “las piedras”. Renegamos y luchamos, nos lastimó las piernas pero no el corazón, pero crees que nos hizo retroceder?, al contrario, fuimos y fuimos, una y otra vez. Sacando bolsas de cornalitos y otras especies para asombro de muchos.

En la pausa del mate y la galleta, salió el tema y saliste vos viejo. Infaltalble, con la red.
Como hablar de la red y no recordarte. Como hablar de vos y no aflojarme, y no aflojarnos.
El beso y la palmada de Raúl lo dice todo. El mirar al mar y lagrimear.
No es para nada malo, hasta diría es saludable, diría buscándote.

Nos queda una pasada y queda el pedido. Las pesca no es muy buena, hago el pedido silencioso para quien está allá arriba en el cielo, que esta allá a lo lejos en el mar. Te hago el pedido a vos viejo.
Me mojo la cara por quinta vez en el mar, trato de disimular mis lágrimas al pensarte y hago la invitación, la fé esta intacta, las ganas impecables.
Los golpes en las piernas y el cansancio no existen, los brazos resisten una pasada más.

Agarras la red y mirás para abajo, todo se ve diferente, buscas la bolsa entre tus ojos llorosos, la tomas ente tus manos y tirando de ella dás la orden.
Las puntas te acompañan, Santiago tiene el palo que quedará afuera y el novato el otro.
Te siguen, la red esta nuevamente en marcha.
El mar espera, pasas por al lado de Raúl y se lo tenés que decir…, le gritas “esta pasada va a ser histórica”, y se lo decís ahora, antes de entrar, después podrían decir que "piola", ya lo sabia, o lo pudo ver.
Lo que no saben él y los demás, es que vos ya hablaste con el viejo, con el dueño de la red, con el "dueño del circo".

Haces punta, algunas piedras quieren cerrartre el paso, te caes, se engancha, te zambullís y la sacas, se necesita más que eso contra la suma de voluntades, vámos, un poco más, calculas las piedras, y las órdenes comienzan a bajar para quines te acompañan en esta rica historia de "pasar" la red.
Les decis, empezá a cerrar, cerremos más rápido, que la bolsa quede derecha!!, vamos afuera.

Y ahí está, la faena culminó, la bolsa esta como nunca, llena, los pescados se sacuden de un lado a otro, tiras los palos y salís caminando hacia el mar, al encuentro de la nada.


Sentís el “¡bien Lucho!” de Raúl mientras entrás al mar de nuevo, llorás, puteas, llorás, maldecís no tener a "Papi" como vós le decias, apretas tus dientes y te lavas la cara por sexta vez, no queres que te vean en ese estado.
Hay que volver a la red, la gente está asombrada ante tanto pescado, para vos y creo que para Santi, no lo es, pescaste más de lo que la gente puede ver. Volviste a estar cerca del viejo.
Todos te acompañaron.


Gracias Raúl... tu saludo nos compromete a vernos el próximo verano.


En tu cabeza yá tenés lo que vas a escribir, si le buscas un nombre esta frase te ayuda hoy.
“Podrán decir que soy un soñador, pero no soy el único”.

viernes, 30 de enero de 2009

Cada vez peor

Se termina enero 2009 y ya estoy pensando en abandonar Claromecó.
Cada año la situación me supera más, cada año se hace más difícil la convivencia, el trabajo, la gente.
Estoy tan cansado que pareciera la cabeza se me va a caer de un costado a otro. Tengo que hacer un esfuerzo para sostenerla derecha.
Me voy sin poder hacer nada en la casa, y eso me pone mal, porque veo que cada año esta peor y no se si ya se va a poder levantar.
La humedad y la suciedad se esta adueñando de cada rincón.
No pude descansar, no pude tirar la red.
Y aquí hago una pausa.
Veo que mis hijos están en otra cosa, son muy buenos, muy educados y por suerte trabajadores, pero la vida, las amistades los están llevando por otro camino.
Parecen no entender o no querer entender que todo se acaba.
Pero creo será así, el tiempo los hará tomar responsabilidades, las que ahora esquivan y que yo ya no quiero más.
Siempre pensé otra cosa para mí, me hacia descansando un poco más, con mas paz, pero veo que la cosa viene mal, muy mal.
Tendría que hacer una pausa por estas líneas, la situación me esta ganando y el estado de ánimo me supera.
Y eso voy hacer, si quiero y tengo ganas voy a seguir más tarde.

Febrero, detalles de mi cumpleaños

Se viene febrero y todo parece tomar aromas y colores diferentes, mas nuestros, mas caseros, mas familiares. De algo me di cuenta esta mañana, febrero es mucho mas lindo. Vas a decir que boludo, porque cumplís años, en realidad es verdad, sino no estaría dándoles a las teclas, pero febrero tiene pausas. Te da tiempo para todo, para caminar en patas, por la arena, por la tosca, por el barro, o por el mar. También podes disfrutar de las sombras, del fondo de casa, del paseo del arroyo, o del vivero. A eso sumale aromas. Hoy me envolvió el aroma a cristalina, conocida por nosotros como siempre verde. Eso me llevo a esto, o sea a escribir. Y sabes a mi me encanta, ayer a la noche hable con Cristi, y pese a que nos vemos, me olfateo a la distancia. Por suerte nos vamos a ver pronto. Habrá cosas para contar y anécdotas para compartir. En las anteriores cartas, notas, en realidad no se que son estas cosas, no te conté de mi cumple. Para esta fecha nunca tuve muchos regalos, porque siempre estuvimos acá. Pero nunca falto nada, el asado al mediodía, los buñuelos y los pasteles de la tarde.


Para colmo casi siempre llovía y refrescaba un poco, así que los pasteles de tía Juanita, volaban, sabes, como cada cosa descripta aquí, los estoy viendo y saboreando, y seguro vos también, en la cocina inmensa se esta friendo, se puede escuchar el crujido, además en la mesa esta los cuadrados de masa, unos tienen dulce de membrillo y otros no, es la lógica, porque hay que cerrarlos. Y no te imaginas, cuando salen terminados con el almíbar. No te lo podes imaginar?. Es una lástima.




Porque si hay algo que nos quedo en el recuerdo a todos era la cocina de Claromecó. Hagamos un ejercicio acompañame, son las 12:30, el sol molesta, subimos, algunos con hojotas, otros con viejas alpargatas y los más en patas, son dos o tres cuadras las que nos separan del mar, pero con el hambre que venimos parecen más, estamos llegando, y a diferencia de ahora, la casa esta sola, por el costado, a medio entrar hay algún vehículo, así que para pasar, si es de costado, seguro te vas a pinchar el pie.
Si entras por el frente, el piso frío te va a dar un descanso del calor, además ahí, ni más ni menos, vas a descubrir que se esta cocinando. Al entrar va a encontrar a tío Pedro, leyendo el diario, o jugando a las cartas, si alguien se quedó y no bajó a la playa.
Volvamos a los aromas, hoy hay papas fritas… ahhhh, que delicia, se te llena el cerebro de olor a papas, si te digo arroz con estofado, o la fritura de cornalitos, que buen ejercicio.
En verdad son los deseos de algo que no volverá tal cual. Hoy te dejo así, que sigas recordando vos, y que me ayudes a recordar. Para mañana tengo otra historia que también te va a gustar.

La excusa de los viajes y los hijos…

Yo se que los canso, yo se que resulta molesto, pero repito mis historias una y otra vez, será que el ser humano quiere quedarse en esas cosas, como quedaron el viejo, los tíos, los abuelos. Además trato que en cada historia los chicos aprendan algo, por eso una y otra vez. Por eso los viajes y las constantes despedidas. Por eso el turno de Río Cuarto, por eso también esas calles y las anécdotas, las que la misma tía María quiere recordar algunas y de otras no quiere saber nada. Por eso tratar de viajar y de que vivan lo que vos viviste, por eso hacer vida de vagos, porque sos un vago nato, y a tus hijos les enseñas esas cosas sanas todavía. Por eso te empecinas en pescar con la red, por eso en buscar lo que ya no hay, tucu-tucu, lagartijas, caracoles, cangrejos, cardos, anís salvaje, calles desoladas, terrenos vacíos, árboles inmensos, pájaros libres, aguas tranquilas, medanos inmensos. Todo se acaba, todo, también vos. Y eso te pone mal, sabes que te vas terminando. Cada vez que te acostas pensas, es tiempo perdido, pero no podes mas, tenes que descansar. Hay tantas cosas por hacer, hay una casa abandonada, una habitación por terminar, un fondo sucio, pastos secos y así podría seguir hasta no se cuando. A los chicos no les importa eso, ellos por ahora lo ven como un castigo. Además ya no esta el viejo para darte una mano, no esta Paula para ayudarte. Y aquí otro capitulo, hace dos años uno hacia planes, y se nos fue Fran, nadie lo pudo asimilar, nadie podrá asimilarlo, las cosas no son igual, le ponemos pilas, pero nada es igual. Cada lugar tiene su sello, porque estuvo o porque era el plan llevarlo. Río Cuarto era uno de esos lugares. Hace un año, la cosa estaba casi terminada, y llego Josefina, en verdad una linda locura. Y a decir verdad yo no quería seguir adelante, yo estoy mas del otro lado que de este, y me pareció una falta de respeto, falta de responsabilidad, no se, era como que yo muero y una hija nace. Pero la voluntad y la gran madre que tiene la hicieron posible. Vino a acariciar el alma de quienes estamos mal, de Paula principalmente, de una mujer golpeada siempre. Dios sabrá porque es así. Solo el sabe todo esto, de cómo se da, de cómo se dio. Y aquí estamos, entre sonrisas y pañales. Lo segundo parece molesto, pero en verdad me molesta más la sonrisa de “Jóse”, como le dice la negra. Y la palabra es equivocada, no me molesta por malo. Me molesta porque tiene vida y yo no la tengo, la veo sonreír y te puedo asegurar lloro el 90% de las veces. Me veo tan lejos, tan muerto, sin poder disfrutar nada, sin poder verla crecer y la veo que nos da felicidad, y no puedo llegar a colgarme. Mis dedos se abren cada vez que llego, y así caigo, como debo caer por haberla negado. Y eso creo que es justo. Ahhh por supuesto es de Racing. Como también lo son Mariana y Santiago, Mariana más que Santi, pero los dos llevan a la academia en su sangre. Por eso todavía creo, por eso todavía sueño, ellos tienen que estar unidos. Y hay algo que sí me molesta por ahora y solo por ahora, porque se de la moral de mis hijos, me molesta que Mariana no entienda, pero también entiendo su bronca, el tiempo dirá, solo ellas sabrán de su futuro, y ahí si no estaremos para verlas. Una Lástima.

El viaje, en que viajamos y como llegamos…

Aquí vamos a coincidir en que el tema era llegar, Claromecó era la meta, y todo valía. Hemos o he viajado en todo tipo de vehículos, la playa me llamaba, el amor me llamaba, la paz me llamaba, los sonidos, los aromas, Claromecó.
Salíamos de casa, del negocio, del galpón, de Constitución, por colectivo, tren, automóvil, camioneta o estanciera, la cosa era llegar. Y los tiempos fueron cambiando, los transportes fueron cambiando. No se si recordás cruzar en la ruta 228 o en la 3, algún ómnibus de los viejos, de los que se hacían al lado del galpón de Carrocerías el Expreso.

Terminal La Estrella - Cóndor (Constitución)

A esos los siguieron los primeros camellos, doble camellos y otros que La Estrella o El Condor sacaba. En esos tiempos salían de Constitución, no de la plaza de donde se sacaban los pasajes, sino de Hornos, donde después también te vendían pasajes.

Ómnibus El Cóndor

Luego apareció la Terminal de Ómnibus, y todo se traslado más lejos. Desde Constitución también salía el tren hasta Tres Arroyos, salía del anden 13, era el que venia para estos lados. Los últimos viajes eran toda una odisea.

Andén 13 (Constitución)

Los cambios en Tandil, los dos o tres vagones que quedaban, la parada hasta que le daban vía en Vázquez. Pero se llegaba.

Andén Tandil

Estación Tres Arroyos

Entre todos estos viajes hay uno en particular de la familia, fue volviendo un mediodía en plena ruta 3, veníamos con un colectivo de tío Juan, manejaba Francisco, que con suerte iba a 28 km/h en bajada. En medio del viaje subió un policía que iba a Monte, entre Azul y Las Flores, nos paro la policía por exceso de velocidad, una locura total, pensando que el colectivo era un viejo Bedford y además manejaba Francisco. Solo nos salvo la palabra del policía que viajaba con nosotros, sino todavía estábamos demorados.


Colectivo Bedford
En los colectivos nuestros era hermoso llegar, sacabamos los asientos de atras, se tiraban colchones y veníamos durmiendo. Nos dabamos cuenta que estabamos llegando por las subidas y bajadas en el camino paralelo al vivero. Y si era de noche, buscabamos el faro, para saber si ya estabamos cerca.

martes, 20 de enero de 2009

La primera de Tío José

Hoy voy a pasear por lo de tío José, que lindo era ir a lo de tío, para muchos que todavía no lo saben, era mi padrino, que bueno era eso también, me sentía cómodo, protegido, en verdad privilegiado.
Tío José era un grande, el estaba bien con poco, estaba actualizado, siempre se reía, cuidaba su imagen, su cabello siempre bien peinado, sus bigotes arreglados, su impecable camisa Grafa, su mala costumbre de poner los documentos en el bolsillo de la camisa, y su picardía para jugar a la quiniela.
El mismo que me cagó a pedo cuando le dije que me iba a comprar una moto, ese día si se enojó, y nunca le dije que había perdido la insignia charretera que me había regalado de su paso por el ejército y haber sido dragoneante, por si no sabes qué significa esta palabra, es el merito al mejor soldado, y sabes el me dijo miles de veces, seguí la carrera Luis, no seas boludo, vos estas preparado para eso.


Las veces que me escondía en el Fargo para que me llevara a la casa, después más grande, pero no más tonto me tomaba el 302, te acordás el colectivo blanco, negro y rojo?, ya casi ni te acordas, después al desaparecer esta línea, automatizados tomábamos el 277, porque si nos pasábamos, no nos íbamos a ir mas allá de Avellaneda. Y porque no decirlo cuantas veces no frenaban en la parada de lo de tío, y nos llevaban hasta Rivadavia. Pero que importaba, íbamos a la casa de tío José.


Colectivo Fargo de Tío José

Ellos y digo ellos, por toda la familia, por ahí al estar todos los días juntos, no se daban cuenta del cariño que tío le ponía a esa casa de Páez, como la tenía cuidada, como la pintaba casi a diario. A mi me hacia muy bien ir, porque encontraba cosas que en la mía no veía o no tenia, además y estos detalles si van a traer recuerdos, tío pintaba las paredes con pintura al aceite que se usaba en esa época, y después las pintaba con sintético, eso las hacía con un brillo especial, el living era terrible, siempre arreglado, limpio, con sus sillones, el combinado y los discos, todos ordenados y sin pelearse, en ese orden compartían los tango y pasodobles, con los hits del momento comprados por las chicas, así le decíamos a Lucy y Maria Elena.

Cuando llegaba y todavía no había nadie, digo las chicas o tío, tía Mary me decía casi como una ceremonia, Luis pone música, vos que tenes buen gusto, vos que pones música linda. Y así sucedía, era imposible no poder disfrutar de ese lugar, con la ventana siempre abierta a la calle, la casa de Laurita enfrente y las mellizas al lado, Gustavo y las gallegas pegaditas. El sol invadía cada sitio del living, las sillas de madera y el tapizado de cuerina a rayitas con relieve, la mesa de madera con rueditas donde se ponía la bebida y el pan, porque no alcanzaba el lugar.

Tía Mary cocinaba siempre un poco de carne, ahora uno a la distancia, y sabiendo que nunca fuimos muy pudientes, recién ahora me doy cuenta que a veces, no siempre, tía hacia pedacitos de carne con cortes que valla a saber de donde los sacaba, pero no faltaba la carne, y como llegaba a la mesa!!, jamás lo vi y disfrute tanto como en lo de tío, llegaba en la plancha, calentito, con todo el jugo, que era repartido por el jefe en tres partes iguales, para sus hijas y para mí. Que ejemplo de vida carajo.

Antes de irme de la cocina, quiero dejarte otro menú favorito de tía, la carne arrolladita tipo matambritos, aunque ella siempre decía con su sonrisa a pleno que le movía los lentes, vamos a comer “porotos con tomate”. Creo que si llegaste hasta aquí, alguna lágrima ya se te cayó, por lo menos a mi, si, que se va hacer, será la vejez, será el amor.

Ahora bien, demos una vuelta más por el living, ahí tenes el espejo, infaltable, con ese marco en madera, pintado de color oro y puntitos de relieve. Las paredes con esos colores combinados, según la época, fuertes o tenues. Te invito a pasar, te voy a mostrar la casa sin reformas, esta habitación de pisos de madera, lustrados, y con patines, pobre de vos si no te pones patines, aunque a decir verdad a mi se me permitía, es la habitación de los tíos, por supuesto de techos altos, muebles antiguos, la foto del matrimonio, clásica, enamorados ellos, la araña de vidrio y colgantes, y la puerta contigua que da la pieza de las chicas, sus camas ordenadas, la mesa, y los roperos, y la puerta que da al pasillo compartido con tío Saquis.

Si volvemos un poco atrás, la cocina, si habremos hablado de cosas y proyectos ahí, de mis locuras y sus vidas, si habrán salidos comidas para las fiestas de fin de año, allí en el rincón podes ver vos y solo vos, la incansable batidora Kenwod, ahora decime, sin perder la cuenta, cuantos pero cuantos postres salieron ahí, cuantos postres con vainillas, cuantas cremas, y cuantas enseñanzas que hoy están utilizando las chicas.

Que detalles, que linda familia, él quería eso, ellos querían eso y lo lograron, sentí mucho la muerte de tío, pude vivir esos momentos porque estaba por allá, pero me pasó algo muy particular con tía Mary, tengo una imagen de verla siempre bien, y me quedó eso, sabes cuando me di cuenta que no estaba mas?, recién este verano, con mis condiciones de sensibilidad y predicciones. Lo sentí un mediodía, en la casa de la 17, cuando agarré una sartén negra que ella usaba, que todos usábamos, ahí me llegó tía Mary, y por suerte estaba solo, me puse a llorar y busque donde refugiarme, después llame a las chicas pero no tuve respuesta, ya que estaban de vacaciones creo, y lo compartí con tía Nené.

Lamento tanto haber perdido todo esto, creo que no disfrutamos todo lo que hubiésemos querido, lo que ellos hubieran querido, si pensas que aquí termino todo, no es así, hay capítulos especiales para “cositas” especiales. Pero bueno, ya pasó, todo pasó, hoy todo es recuerdo, si das una mirada a todo esto, dudo si todo pasó.

Racing en la promoción...

Escribí para el Racing campeón 2001.
Escribí para los 100 años de Racing.
Y no puedo dejar de escribir en esta promoción de Racing.
Coincidencia o no, en cada uno de estos hechos, siempre nos falto un ser querido a nuestro lado, un hincha de Racing.


Ayer, creo y sin lugar a dudas fue uno de esos días donde ser de Racing marca la diferencia, donde uno sabe no solo que pertenece a un club, sino que entiende de una educación, de una forma de vida. Del amor en todo tu contexto.
Cuando decimos Racing es un sentimiento, debemos decir: Racing es un sentimiento, me dirán cual es la diferencia, te diría fijate, lee bien la segunda vez, que ves ahí?? Viste?, Vos también lo viste!! Eso fue lo que vimos ayer en la cancha, lo que Pájaro me dijo antes de viajar, lo que Moni vio en el área, lo que cada uno vio en cada rincón del cilindro, lo que cada uno rezo en silencio, la lágrima en la salida del equipo, en cada canción, en el gol, en el festejo final, en el cielo, en la tierra, en el corazón, en el alma. Ahí estaban todos, en una línea de cuatro, los que ya no están y los que nos llevaron a esta locura que es Racing.


Si tendríamos que dar la formación de los cuatro según su desaparición en la cancha de la vida, seria: José, Sarquis, Jorge y Juanita. Cada uno de nosotros lo llamó a cada cual, en el momento justo y por una lógica razón. Siempre le pedimos ayuda a nuestros padres, así como nos piden nuestros hijos a nosotros, y ellos, nuestros padres no faltaron a la cita, no podían dejarnos huérfanos de éxito, no podían dejarnos que el fracaso lastimara nuestra piel corroída en cada partido, ellos jamás se permitirían ver una lágrima de tristeza en nuestras mejillas, jamás dejarían que la sonrisa se borrara de nuestra cara, y mucho menos que nuestra locura por la academia se cayera en una sola tarde.



Por eso la frase “la vieja va estar ahí”, “el viejo no nos va abandonar”, “solo Racing logra esto, tu viejo y el mío presente”, “la paloma blanca en el área”, “el fanático de Fran que no lo puede disfrutar, pero esta”, y tantos rezos al cielo. Hemos quemado todos los padrenuestros, los avemaría y los gloria. Viendo todo esto, viendo este Racing, uno se convence más en que hay que disfrutar, como sea, a los manotazos, por momentos corriendo mas que pensando, con año bueno y otro tantos malos, con el corazón mas que con la razón, con toda la furia, arremetiendo con todo, disimulando las cosas malas, hasta te diría cantando sin saber la canción y hasta con lágrimas, ya sean de alegría o de tristezas, y aquí hago una pausa y te pregunto: de que estoy hablando de la nuestras vidas o de Racing, te reís, te tomas unos segundos para pensar en lo que no hay que pensar y decís que loco esta, da igual, Racing es una muy buena razón para vivir. Disfrutalo hoy. http://www.youtube.com/watch?v=vUVgea9fr50

Recorrido y mas...

De chico uno aprende lo bueno y lo malo, lo que le gusta, lo que desea, lo hermoso y todo parece ser esto último. He recorrido las calles de Claromeco (también sus terrenos) cientos de veces, miles diría sin exagerar. En ellas crecí, viví momentos inolvidables. En estos momentos por mi cabeza pasan situaciones, hechos y fotografías de lugares.


Uñas de gato en los médanos de Claromecó

Flor amarilla de Claromecó La playa, los campeonatos de voley, el tranvía de Rondanina, las uñas de gato (hoy casi no existen), las flores amarillas que abren de noche, las lagartijas cerca del faro, el arroyo con sus lisas saltando, los gigantes medanos por donde rodábamos y caíamos con temor a los cangrejos. El ruido de los tablones del puente al paso de los autos, ni hablar de los camiones esos pasan justitos, y querés un recuerdo mas, ahí viene la chancha celeste del gordo Gamio, el va a Dunamar donde tiene la casa, mejor subamos al fierro del costado para que los tablones no te pellizquen los pies. El carrito, párrafo especial para este súper vehiculo que no era un cuatro por cuatro, pero me encantaba, solo disfrutaba de el en mis vacaciones, estaba hecho con caños y ruedas de monopatín, esos que fabricaban en el negocio allá en Gerli. El piso era de madera y tenia en sus cuatro puntas caños doblados hacia fuera, ahí colgábamos las bolsas de pan que llevábamos a la playa, las cañas mojarreras y las alpargatas húmedas. La especialidad era el traslado de la red, se enterraba en los medanos pero nos aliviaba en las calles recordá que la red era de hilo y a la vuelta pesaba cualquier cantidad, aunque con tía Mari el transporte era de ropa, toallones, mate y las infaltables galletas. La calesita y los botecitos, La Terraza hoy ver sus ultimas partes parece mentira, y si hablamos de La Terraza no podemos dejar afuera a La Choza, Llueve, Epa, Sol, El Tucu y Montoto, un lugarcito heroico, calido, donde nos refugiábamos para pasarlo bárbaro. La estafeta de Fuente en su verdulería, y nuestra pregunta diaria, hay carta para Satini. Y como no íbamos a pasar, si además de querer de nuestras familias y amigos, teníamos que ir a cargar los sifones a lo de Burgueño. Claro, sabia que iba a pasar, estoy llegando a la plaza y mientras hago la diagonal para ir al centro, ya puedo oler el humo de la leña del horno de Reinoso. Mi cerebro debe estar marcando las diesiciete y treinta. En la esquina esta Chedrese, pero tres aromas mas quedan en ese tramo, el olor de los duraznos y las uvas de la verdulería de Gesen, el de la nafta en la YPF y aquí veo que me quede corto. Se suman el de los tomates del abuelo, los parches de la gomería y la tosca húmeda por el camión regador. Al que corríamos para mojarnos a su paso. Mojarnos dije, entonces dejame entrar al recuerdo del lavadero en la YPF, que ventaja en carnaval no?. Son las 19 y la calesita ya arranco, la puso ese hombre alto que viene de Escalada, allá por donde vive tío Juan que cada vez que viene o va le trae algún repuesto. Pero antes de entrar a la calesita, hay una cita obligada, y aquí debo hacer una pausa, casi una reflexión, donde veo que la vida es inestable, sorpresiva. Había que mirar por la primer ventana, la que esta pegadita a la calesita, los artículos de pesca y cuchillos que trajo este año Casa Meléndez. Meléndez que tipo importante allá atrás hablando por radio, que bueno para Claromeco. Pienso seguirá siempre en esa esquina la radio?. Esta vez la respuesta la doy yo. Si.

Estamos fuera de temporada y mas...

Estamos fuera de temporada, casi digo vacaciones de invierno, pero en realidad es noviembre, Claromeco es distinto, llegamos en la Estanciera roja y blanca de tío Sarquis, que lindo aparato y cuanto lo quieren los dos, digo los dos porque tía Nené también la cuida, es más le hizo unas cortinitas para poner en las ventanillas y así dormir tranquilos en las paradas de la ruta.

Me di cuenta de la fecha solo por nuestro querido Racing. La anécdota de este viaje comienza con una frase mía en Juárez cuando bajamos a cargar nafta, los postes de la estación están pintados de celeste y blanco, y mi frase fue, acá también se enteraron de que Racing salió campeón, no era otro país solo estábamos a 400 Km., de casa. Pasamos Tres Arroyos, no entramos a saludar a nadie, queremos llegar, hacemos el querido camino de tierra.


Recordamos una y otra vez las cualidades de manejo de cada integrante de la familia en sus miles de viajes, con camiones Chevrolet 58 transportando hielo, diarios, comestibles, medicamentos.

Camino de tierra (Claromecó)

Y las anécdotas se agigantan cuando a este camino le ponemos lluvia, viajes de muchas horas, con chacareros ayudando con sus tractores a sacar los colectivos de la familia encajados, con la gente predispuesta a pasar este viaje aventura, otra no hay tampoco. A Polo le sucede lo mismo. Pero después de hacer algunos kilómetros nos encontramos con una grata sorpresa, nos detienen los obreros que están haciendo la ruta asfaltada, esta casi terminada, nos dejan subir a esa impecable cinta negra, miramos hacia atrás y solo queda un pedacito por hacer, allá en la punta se observa una especie de monumento, después con el tiempo, llegó su bautismo, “el pescado”.

Llegamos a un Claromeco hermoso, distinto, solitario. Solo algunas personas disfrutan de sus calles blancas, de un sol radiante, de una suave brisa y de un mar totalmente celeste. Los terrenos baldíos inundan la situación, nuestra casa esta entre dos, o más terrenos vacíos.

En verdad enfrente también, solo está la casa de Mazacane, en la esquina y mas allá hasta donde nos dá la vista hay terrenos baldíos.

Estoy con Cristi y Ana, Mónica se quedo con los abuelos y alguien muy educado y querida por todos viajo con nosotros, “Diana”, la perrita de ellas, mediana, color negrito y unos toques de marrón. Caminamos por la 17 hasta la playa, recorrimos calles y terrenos poblados por uñas de gato, algunas flores y escarabajos que intentan ocultarse del fuerte sol del mediodía. Los "tucu tucu" escarban en busca de aire fresco, algunas liebres cruzan a nuestro paso.


Diana corre y se mete en las casas vacías, en los terrenos vacíos, esa es la imagen de Claromeco en esta fecha. El mediodía llega y nosotros llegamos a casa, por un momento nos amargamos, Diana cae descompuesta en el camino hecho de ladrillos de entrada a la casa de la 17, solo podemos mirarla por la ventanita de la puerta, las chicas lloran, tía Nené con lagrimas en los ojos le pregunta a tío que puede ser, mientras la perrita gira sobre su cuerpo, solo atina a decir "comió algo en mal estado, en algún terreno comió almejas, ya se le va a pasar", o por lo menos ese es el deseo, Dios quiso que todo saliera bien, Diana se recuperó.

Cuando llega la noche refresca bastante, a decir verdad no es nada, pero nosotros estamos acostumbrados a las noches de verano. Recorremos el centro y desde la Estanciera vemos todo y no vemos nada.
Eso tiene Claromeco, lo tiene todo y no tiene nada, solo lo podes ver si lo amas, si lo llevas en el corazón, sino es imposible disfrutar de algo tan maravilloso y natural. Nos vamos a cenar, eso si no puedo recordarlo, pero recuerdo cuando fuimos a dormir a la habitación de adelante, como hacia frío dormimos vestidos, la casa no esta preparada para el invierno, por lo menos para nosotros, no así para el grillo que visita mi almohada y con broche lo atrapo, ahí queda hasta el otro día. Estoy acostado en la cama del medio, debajo de la perilla de luz. Miro el techo en la oscuridad y así comienzo a dormirme, mis imágenes del día pasan por mi cabeza, tratare de recordarlas para algún día poder contarlas.

Es lo que hago hoy. Que te pareció.

Primavera fuera de esa fecha tonta

Solo dos días de primavera viví en estos dos días, tuve la suerte de poder disfrutar el 24 y 25 de septiembre a pleno sol y casi sin viento. Y realmente los pude vivir, estuve con mis hijos, estuve en la 17, camine nuevamente las calles que cualquiera en Buenos Aires hoy quisiera caminar. Crucé la plaza, sabes que perfume tiene la plaza hoy… cerrá los ojos, acércate, vos sabés el camino, tu cerebro lo ve, caminas por la senda, ahora respira profundo… sentís?, decime si no lo sentís? es hermoso, me envuelvo de los perfumes de las acacias florecidas, las uñas de gato que muestran su corazón, los siempre verdes o cristalinas florecidas, de la flores que se van abriendo de a poco, de los pájaros que vuelven a ser protagonistas, los incansables chingolos, los finos jilgueros, los bien identificados cabecitas negras (ya quedan pocos), y las firmes torcazas.


Plaza Luis Piedrabuena (Claromeco) Salí y caminé por la costanera… la fina y oscura arena se mete en mis zapatos, pero que importa, todo vale, desde acá puedo ver el mar, esta el viento del norte suave, tranquilo, imaginate el mar… celeste, plano, inmenso, a lo lejos las lanchas, una postal.

Recorrí la 26… y llegue a la esquina, para que te voy a decir que esquina, no hace falta que te diga el lugar, solo es otro ejercicio de tu mente, ves…, te robo tiempo, tiempo de tu vida, pero seguro lo compensas con tu vuelta atrás en el tiempo. Hay! los recuerdos, que lindos… pero como duelen la puta que los parió. Pero sigo… es lo mío, es lo nuestro. Todo se renueva, todo vuelve a ser primavera, esto es lo nuevo que va a recibir la gente que venga este verano. Hay algo que puedo notar, la gente de aquí no disfruta de la misma manera. Indudablemente por mis venas corre sangre de Claromecó, la sangre que poca gente tiene, la sangre de quienes amamos un lugar, la sangre con la se nace y algunos otros, los menos, la adquieren con el tiempo.

Voy y vengo por las calles, el sol me pega en la cara, me dirás que tiene de nuevo, que tiene de distinto, en verdad lo tiene todo. Es solo pensar, recordar, en definitiva, vivir. Porque indudablemente hoy Dios se apiado nuevamente de mi, me dio un nuevo día, una nueva jornada en esta aventura de estar por aquí, por la tierra, por Claromecó. Y aquí me detengo, esta última palabra cerro una frase, será la tierra o el paraíso. Yo pienso, cuantos quisieran estar en mi lugar, mis primos y primas habrán soñado como yo vivir en Claromecó, creo que si, en cada verano que uno paso por estos lados, uno soñó. Escuche charlas donde decían y de que vas a vivir, de maestra, de que vas a trabajar, es verdad eso es lo mas duro.

Vivir en Claromecó no es nada fácil, el trabajo, el clima, los costos, todo es mucho, pero si lo amas… que haces ?. Te dejo la respuesta, es algo difícil pensar así, es difícil cambiar, es difícil vivir. Se me hizo y se me hace dificil vivir a diario, por eso te lo cuento, por eso le agradezco a Dios a cada rato en silencio, así solo, lo comparto con vos con estas letras, si te gusta y te hace bien, usemos el Dios o mejor dicho el Cristo de la familia, el que está en la entrada de Claromecó, ese Cristo que nos cuida, ese Cristo que cuida de mis hijos cada día que me voy, y de alguna manera los abandono, el mismo que los cuidará y los guiará, muy pronto, cuando yo no este más.

Besos... yo, en un día hermoso de primavera en el paraíso

Domingo 2 de marzo, último viaje y mas...

Domingo 2 de marzo de 2008, último día de la temporada de radio. Hoy estaré volviendo a Tres Arroyos. Hay mucho para hacer allá, además de allá vivimos. Pero cuantas cosas uno deja aquí, fueron dos meses y medio de un ritmo infernal, el mismo que no te deja disfrutar de nada o casi nada. Digo porque recuperé mucho tiempo con mis hijos, hemos vivido muchas horas juntos. Nos vimos, sabíamos que estábamos cerca aunque no nos viéramos, jugamos, pescamos, trabajamos juntos porque ya están grandes, o mejor dicho con más responsabilidades, uno jamás esta grande. Santi volvió a dormir conmigo, incómodos los dos, pero era compartir la última noche hasta la próxima, seguro dentro de pocos días, pero bueno esto era el verano, el también empieza las clases y todo va a cambiar. Son las ocho menos diez y salgo a la calle, me detengo en la vereda, hay muchísimo rocío, como en las últimas semanas, esta gris, muy nublado, el día no ayuda para nada. La temperatura es buena, mi cara y mis brazos me dicen 18, 19 grados, no hay viento y así comienzo mi camino a la radio, última mañana de verano. La calle esta con barro, llovió muchísimo ayer mas de sesenta y cinco milímetros, voy bajando por la 32 hasta el mar, y como siempre voy disfrutando los aromas, hoy invade el olor a mar, el clásico olor a pescado, y de fondo se escucha el mar, el silencio es total, pero el mar tiene como una rompiente particular, retumba en los frentes de las casas. Seguro esta del oeste, paso por la quince, Jalle, la de la colonia y ya casi estoy, el mar esta gris verdoso, y a la altura de Samoa se ve la correntada del arroyo que ha prevalecido por el caudal que trae de las lluvias. Llego hasta la rambla, estoy al lado del reloj, marca ocho y cinco, y el pescado arriba marca oeste clavado.

El cielo esta gris y cargado, a los lejos el faro esta casi solo, digo porque esta Fuente que quedó solo con su perro paseando en la postal cerca del Nahuel.

Miro por última vez y camino a la radio, hay que abrir y además se viene el agua.

Última jornada de verano, Dios quiera nos encuentre nuevamente el año que viene, o sea este año, temporada cero ocho, cero nueve. Hasta la vuelta. Cuídense.