jueves, 25 de junio de 2009

25 de junio el día que me sentí muy mal por dos

El día comenzaba casi como cualquier otro, digo casi porque ya tenía algunas molestias. Igual voy a trabajar porque me hace bien trabajar, me acorta la vida, me saca de mis cosas, es casi una droga a la cual voy para que el tiempo se suceda.

Pero a mitad de mañana el dolor en la boca del estomago pudo más que yo, esta vez no pude esperar que se pasara, no hubo tiempo para el tiempo. Entonces uno piensa para donde va a salir, que debe hacer, como lo debe hacer, y como va hacer. La primera salida era la lógica, llamar a Paula para el traslado, pero pensás que debe estar ocupada, por eso dudas y además no querés que ella deje sus tareas. Ella te ofrece el auto para ir al hospital, porque ya le dijiste, me voy al hospital, tu cuerpo no soporta más los dolores, entonces pensás en los familiares, en lo que habrán sufrido en sus enfermedades y te preocupas más por ellos que por vos.

El auto esta a disposición, pero también sabes que vas a quedar internado, porque la cosa esta difícil. Entonces empezás de nuevo, le decías que te venga a buscar porque ya no hay más tiempo, porque todo parece tarde. Por tu cabeza pasan tus hijos, como les digo, como reaccionaran, que deben hacer, sabrán que hacer, todo esto mientras el dolor te parte en dos. Subís al auto pero nada cambia, se nota la cara de espanto de Paula, que ni siquiera quiere mirar de costado, no quiere provocar más problemas donde ya los hay, pero se olvida que estás viejo, que ya lo hiciste vos eso de desimular, y que la cosa esta así.
El hospital esta lleno, la gente esta loca con la fiebre porcina, no te atienden, entonces en la desesperación de Paula, sale de su boca lo que vos ya habías pensado, vayamos al sanatorio.


Y para allá vamos. Al llegar sucedía lo mismo que en hospital, pero el miedo de Paula también asusto a la empleada de la mesa de entrada, lo que hizo que me atendieran de inmediato, a los pocos minutos me encontraba en una camilla, con suero, extracción de sangre y midiéndome la presión.

Y ahora como sigue la cosa, eso te lo habías planteado antes de ir y ahí estabas tirado en una camilla a la buena de Dios. Como no podía ser de otra manera avisaste al trabajo, como si fuera una religión y trataste de avisar a tus hijos sin asustarlos, ni vos sabes que va a pasar. A tu lado y atendiéndote está Paula, pobre no tiene la culpa de esta situación, esto no es para ella. Siempre pensaste lo mejor para ella, no esto.

Miras el techo y te acordás de otra internación, volvés a recordar que no sos nada, que cuando llegas a esa situación no sos nada. Todo queda atrás, los esfuerzos, las explicaciones, el perdón, el cariño, los momentos y el amor. Por eso te decís otra vez, dejate de joder y trata de vivir, no te pelees tanto, se más bueno, deja de ser tan justo, tan derecho, tan religioso en tus cosas.

Tenés los brazos pinchados y por tu cabeza pasa lo que viste en los últimos años, el viejo y los tíos pinchados para calmar su dolor, ellos nunca quisieron estar así, vos tampoco, la vida es otra cosa, la vida es caminar, y si es posible de cara al sol, debajo de la lluvia, y podría seguir con muchas cosas más, pero en realidad si estás aquí leyendo esto, ya sabes lo que es la vida.

El dolor pasa, recordás una frase que tenés en tu cabeza desde hace unos días, desde que Santi se sintió mal, desde que Mariana se sintió mal, desde que Paula se sintió mal, y desde que Josefina se siente mal (en este orden vinieron mal las cosas). La frase de tía Juanita, ella siempre decía “si pudiera sacarte el dolor hijo, lo haría, lo tendría yo, en vez de voz, así no sufrís”. Que cosa tan grande, que valor a la vida.

El tiempo transcurre, no sé que le pusieron al suero, pero tenés un alivio, y querés aliviar a los demás es tu costumbre, haces chistes, con Paula, con la enfermera y hasta con el médico.
Tus amigos vienen a visitarte, vos te querés ir, las cosas están dadas para eso, solo falta un electro.

Hoy me sentí mal por dos, de salud y mal por los que me rodean, no quiero que me vean así, ese no soy yo, no quiero terminar de esa manera, lo mio tiene que ser rápido y sin vueltas.
Ya casi estas con un pie afuera, es hora de preparar la salida, en la calle hace frío, pero es la calle y para allá voy. Solo tenés que cuidarte, pero ya estás, el sol vuelve a iluminar tu cara, el viento te da otra oportunidad y el frío, el frío es hermoso.
Gracias a todos.