martes, 28 de febrero de 2012

Otro verano de despedidas

Una vez más me despido de vos, salgo de tus entrañas, parece mentira una vez más y son….
Pero todo parece nuevo, o mejor dicho parece extraño, y como siempre muy triste.
La ceremonia de comenzar a guardar todo, cerrar todo me lleva a muchos años atrás, el dejar todo limpio y ordenado aun sabiendo que el años que viene todo va a estar lleno de arena y bichos bolitas.



Un vehiculo espera a un costado, los bolsos están arriba, caminas los costados de la casa, buscas lo que ya no existe, todos te vienen a la memoria, pensé en otros días, en seres que me acompañaron: armé rostros queridos y lejanos, resucité palabras dichas tiempo atrás.Me encontré con alegrías y fantasmas, puteas en voz baja, querés salir del infierno, pero es imposible, te vas al fondo a buscar a quien?, a buscar que?, no se escuchan los jilgueros, mucho menos los chingolos de tu siesta, pareciera que todos se han ido, y tus ojos se llenan de lágrimas, sabias era inevitable, Josefina corre a tu alrededor y hace preguntas, miles de preguntas, de las lindas, de las inocentes, las de siempre…
Los “más viejos” están con vos, te apuntalan, te dan fuerzas, te hacen volver a la casa porque tenés que irte y te vas a ir…




Comenzas a recorrer las calles, el barro marca un fin de semana triste, gris, lluvioso, el mar está más calmo, bajas a saludar a Santi, el loco esta durmiendo como la última vez, seguis y llegas al centro, estás 2 minutos con Mariana, le hablas pero no escuchas, como si le pidieras una explicación del porqué, y no la hay, o mejor dicho es tan simple como saber que se terminó.
La 26 se ensancha y se angosta a tu paso, algunos vehículos marcan también que no queda mucho por aquí. Te concentras en salir, en hacer las cosas bien.




Pisas los primeros metros de la ruta, pasas por delante del Cristo, que aunque parezca mentira tiene 6 velas encendidas, a esa hora?, quien habrá hecho eso?, solo sabes que te acompañará otra vez a recorrer los 72 kilómetros hasta Tres Arroyos.
La congoja se adueña de vos, Josefina llora que no quiere ir a tresagoyos, patalea y llora, Paula trata de contenerla, pero a nosotros quien nos contiene, me mira de reojo, haces que no la ves y seguís manejando como si nada ocurriera, pero te olvidaste de un detalle, no se lo dijiste a tu cara. Tu mandíbula esta tan rígida que podría aguantar un golpe de cualquier súper héroe.







60 kilómetros marca el cartel y esa velocidad vas, la respetas porque sos así de loco y además porque demorás la distancia entre vos y las olas, la arena, el Nahuel, Borelli, el reloj, la red de voley, el faro, los bailes de Josefina, los mates con la negra y Mariana, la red, la escapada de Santi, los primos, Raúl, los amigos guardavidas, la casa de los Flores, las bajadas de madera desprolijas, las gaviotas, las nubes intensamente blancas, el horizonte, el viento en la cara, anunciar que se dio vuelta, esperar otra vez la puesta de sol, oler el olor a mar, y el olor a nada, el olor a Claromecó. Ahora te dás cuenta que vas muy cargado, pero no podes bajar a nadie en la ruta, ya estás en marcha y hay que seguir…



Pasaste la curva del Mozo y levantas la velocidad, las colas de zorro invaden las banquinas y tu corazón, te habías olvidado de nombrarlas, pero como a muchos creo que no hacen falta nombrarlos, están en este viaje de vuelta.
La entrada a la arenera, los pinos quebrados, la escuela perdida, y las colas de zorro de a poco desaparecen, desaparece Claromecó de tu vista, ya ni dándote vuelta vas a poder ver el faro, el que buscas cuando vas llegando, como cuando eras chico. La curva de Olsen, tan abierta como peligrosa, en un rato pasas por delante de Bellocq, Josefina se tranquilizó, Paula te sigue mirando, debe ser la décima vez desde que salimos, pero no se anima a decirte nada, sabes que sos loco, sentimental, que estás al borde del llanto, solo se atreve a darte un beso en la mejilla y la acerca a Josefina para que haga lo mismo, su inocente “estás enojado”, es peor, la contra curva te señala que dejaste Bellocq atrás.




Y siempre haces el mismo ejercicio, como seria todo esto en su época, como se sentían los tíos y el viejo al dejar estas sus cosas. Y eso te pone peor, te concentras más en la ruta, te pasan y pasas, le mandaste más de cinco señales a tu mandíbula para que se ría y nada, parece que es de un busto, dura está la hija de puta.

Ya no hay nada que hacer, solo pensar en poder regresar cuanto antes, porque a decir verdad no estás lejos y podes volver cuando te de la gana. La laguna de Gil está a tu derecha, algunos pescan o hacen una buena práctica de cómo se lava una lombriz.
Ahora creo que por suerte ya falta poco para llegar, la Felicidad está a tu izquierda, a la ruta 73 la cruza la ruta 73, solo cinco kilómetros te separan de la ruta 228. Frenas, doblas el pescado ya es pasado, murmuras en voz alta que falta poco, Paula te vuelve a mimar, Josefina cambia por… perdí la cuenta su lugar de estadía, de gente, fueron muchas este verano, y se acuerda de todo, está re loca, pero es un show.



Se que la playa quedó casi desierta cuando me levanté para marcharme, pero igual me niego a saber que lo que esperamos doce meses ya pasó, así de rápido, que todos los que contaban sus días para llegar ahora solo te recuerden con amargura, con un hilo de voz, con lágrimas en los ojos, con frases de “volveré”, “nunca me fui”, “te amo”.

Tres Arroyos te dá la bienvenida, un nuevo año te espera, y eso te alienta porque en realidad recien comienza un nuevo año, y Claromecó está a solo media hora de viaje, y todos allí te esperan para acompañarte, para divertirte, llorar, aprender de la vida, nutrirte de anécdotas y llevarte cuando llegue tu hora.



lunes, 24 de enero de 2011

Cortito pero sabroso como picada de “El Farolito”

Este nuevo verano trajo consigo nuevos recuerdos, nada espectacular pero sí detalles que seguro querés compartir conmigo.
Recordaba como se fue deteriorando Claromeco, como se fueron perdiendo cosas, que ni siquiera todo lo nuevo, todo lo inaugurado a fines del año pasado pueden tapar todo lo que se perdió.
Sería como querer tapar el sol con el dedo, esa frase es tan justa como adecuada para este Blog.

En Claromeco, se perdieron lugares clásicos antiguos, como también lo contemporáneo que hizo del lugar la cima de adelantos y servicios que tuvo. Y eso sin lugar a dudas fue en los ´70.
La llegada de La Estrella, el Banco Comercial, la galería de la calle 7, el Correo, el cambio del corralón municipal por falta de espacio, ahí la Terminal de Ómnibus, el Hotel La Perla, Los locales con mas comercios, la remodelación de la YPF, el cambio de los surtidores, el asfalto, la barredora municipal, el semáforo de la esquina 26 y otras cositas mas que seguramente vos me vas a ayudar a recordar.


Pero se fueron “la terminales de La Victoria y Polo”, empresas de transporte que unían Claromeco con Tres Arroyos. La Victoria estaba primero en el Bar Pablito, 26 esquina 9, para luego pasar a enfrente, sobre la calle 9, en la puerta de la verdulería de Gesen. Polo lo hacia en el Bar de El Vasco, en Av. 26 entre 9 y 7.
Cerró sus puertas el Bar de Aníbal Paz, el clásico Farolito, quien no degusto una picada en el Farolito?, ubicado frente a la antigua Terminal, con sus mesas en la vereda. Aún hoy puedo ver sus sillas de madera pintadas de Blanco, con una elegante flor pintada de colores llamativos, azul, rojo, amarillo y sus hojas verdes.
En el local de al lado, estaba un revolucionario comercio para la época, San Iñaki, solo vendía elementos para el placer de los mayores y la noche, buen tabaco, buenas pipas e interesantes juegos de mesa.
Y lo más triste para quienes hoy tenemos mi edad, es el cierre y abandono de la Terraza.
Ese lugar mágico, único, inigualable, divertido, apasionado, y así podría seguir todo el día.
Ese sitio encerraba lo necesario para los días feos de playa, porque Claromeco no tiene días feos, son días diferentes para distintas actividades.
Debajo de la Terraza funcionaba la galería, con un Klaromeko Camping Sport que te hacia detener mas de media hora en su vidriera, mirando los diferentes artículos para disfrutar de la playa, la pesca, el camping y todo el tiempo libre.
La librería del local de enfrente, el local de regalos de más atrás, y otros que estaban vacíos según la temporada.

Una lástima de un verano para otro todo se derrumbo, y nadie supo porque terminó así.




jueves, 11 de marzo de 2010

Pasó mucho tiempo

Desde la última vez que estuve por aquí, es como que la misma vida me tiene alejado de esto, la vida misma.
Sí porque aquí vuelco sin saber tiempo, cosas, anécdotas, vivencias, alegrías, fracasos, viajes, reuniones, familia, amigos, desencuentros, amor y hasta la muerte misma.
A pasado el verano aunque todavía quedan algunos días, es marzo, la gente ya está en su trabajo, los chicos están en las escuelas y el frío comienza adueñarse de las calles.


Quedaran algunos fines de semana para disfrutar, tal vez para pasar la red, que este verano no salió de su lugar sucio y húmedo, que lástima hasta eso estoy perdiendo, y no es justo.
Un día de noviembre creo Mariana me envió un mensaje con su teléfono diciendo, "te perdés de pasar la red, el mar esta bárbaro", y seguro habrá sido así, ella ya sabe como es la cosa.

Quería contarte que en febrero cumplí los 50, medio siglo con los pies sobre la tierra, así suena mas terrible, suena con una responsabilidad que creo nunca tuve, solo obligaciones hechas a medias.
Espere durante el comienzo del 2010 con una expectativa sencilla, y con un plan que no se pudo cumplir. Simplemente pasar el día con mi madre, la que hizo parte de este monstruo, de esta persona, que siempre intento ser gente y que lo hizo a medias.
Pero algo se cruzó por el camino, la madre de mis hijos se enfermó de cáncer y hubo que ocupar un lugar que pudo o puede ser discutido, pero a los hijos siempre hay que apoyarlos, ayudarlos, para eso están los padres, aunque algunos se olviden de la cuestión, yo no puedo olvidar mi educación y ahí estoy.

Se fueron el principio de los 50, pero seguro quedaran momentos para estar bien y poder disfrutarlos con los que mas querés, es más ya habías comenzado a celebrarlo en tus minis vacaciones y eso estuvo lindo, irrepetible, con tu cabeza acelerada y tu corazón en una mezcla extraña de alegría y tristeza de saber que el tiempo sigue pasando y vos vas perdiendo a los que más querés, porque es así, perdés a cada segundo a los que querés, a los que están a tu lado y a los que están lejos.
El tiempo todo lo puede decís siempre y es verdad, te pones viejo, te duelen cosas que antes no te dolían, ya no tenés tantas ganas de movilizarte, te das cuenta que algunas cosas cuestan más de lo debido y perdés más de lo perdido. Pero bueno, todo es así y no podes hacer nada para deterlo, solo tratar de seguir el ritmo, como si estuvieras encima de una ola, subirte en ella y seguir hasta donde te lleve, sino podes hacer dos cosas más, una atravesarla de cabeza y sentir que estás vivo por un instante, dos tirarte hacia delante y saber que podes disfrutar de un ratito de que todo esta bien con el mínimo esfuerzo.
En realidad todo es lo mismo, poder vivir un rato más y disfrutar de la vida como se pueda, porque vos sos el primero que tenes que creer en tus frases, la primera es: “no hagamos de la vida un tango, el día como cayó, cayó”, la segunda “no te hagas demasiado problemas de la vida porque en realidad no saldrás vivo de ella” y la tercera, “la vida muchas veces te sonríe y otras tantas se te caga de risa”.
Por lo tanto, creo que hay que seguir, tus hijos te necesitan y eso es lo que más te preocupa, vos pensabas que iba a ser al revés, que vos ibas a morir primero y hoy la cosa no es así.

Dios que todo lo sabe, sabrá el final.
Para el final te regalo una foto de Claromecó con mi prima Ana, para que veas que yo también fui chico.

jueves, 25 de junio de 2009

25 de junio el día que me sentí muy mal por dos

El día comenzaba casi como cualquier otro, digo casi porque ya tenía algunas molestias. Igual voy a trabajar porque me hace bien trabajar, me acorta la vida, me saca de mis cosas, es casi una droga a la cual voy para que el tiempo se suceda.

Pero a mitad de mañana el dolor en la boca del estomago pudo más que yo, esta vez no pude esperar que se pasara, no hubo tiempo para el tiempo. Entonces uno piensa para donde va a salir, que debe hacer, como lo debe hacer, y como va hacer. La primera salida era la lógica, llamar a Paula para el traslado, pero pensás que debe estar ocupada, por eso dudas y además no querés que ella deje sus tareas. Ella te ofrece el auto para ir al hospital, porque ya le dijiste, me voy al hospital, tu cuerpo no soporta más los dolores, entonces pensás en los familiares, en lo que habrán sufrido en sus enfermedades y te preocupas más por ellos que por vos.

El auto esta a disposición, pero también sabes que vas a quedar internado, porque la cosa esta difícil. Entonces empezás de nuevo, le decías que te venga a buscar porque ya no hay más tiempo, porque todo parece tarde. Por tu cabeza pasan tus hijos, como les digo, como reaccionaran, que deben hacer, sabrán que hacer, todo esto mientras el dolor te parte en dos. Subís al auto pero nada cambia, se nota la cara de espanto de Paula, que ni siquiera quiere mirar de costado, no quiere provocar más problemas donde ya los hay, pero se olvida que estás viejo, que ya lo hiciste vos eso de desimular, y que la cosa esta así.
El hospital esta lleno, la gente esta loca con la fiebre porcina, no te atienden, entonces en la desesperación de Paula, sale de su boca lo que vos ya habías pensado, vayamos al sanatorio.


Y para allá vamos. Al llegar sucedía lo mismo que en hospital, pero el miedo de Paula también asusto a la empleada de la mesa de entrada, lo que hizo que me atendieran de inmediato, a los pocos minutos me encontraba en una camilla, con suero, extracción de sangre y midiéndome la presión.

Y ahora como sigue la cosa, eso te lo habías planteado antes de ir y ahí estabas tirado en una camilla a la buena de Dios. Como no podía ser de otra manera avisaste al trabajo, como si fuera una religión y trataste de avisar a tus hijos sin asustarlos, ni vos sabes que va a pasar. A tu lado y atendiéndote está Paula, pobre no tiene la culpa de esta situación, esto no es para ella. Siempre pensaste lo mejor para ella, no esto.

Miras el techo y te acordás de otra internación, volvés a recordar que no sos nada, que cuando llegas a esa situación no sos nada. Todo queda atrás, los esfuerzos, las explicaciones, el perdón, el cariño, los momentos y el amor. Por eso te decís otra vez, dejate de joder y trata de vivir, no te pelees tanto, se más bueno, deja de ser tan justo, tan derecho, tan religioso en tus cosas.

Tenés los brazos pinchados y por tu cabeza pasa lo que viste en los últimos años, el viejo y los tíos pinchados para calmar su dolor, ellos nunca quisieron estar así, vos tampoco, la vida es otra cosa, la vida es caminar, y si es posible de cara al sol, debajo de la lluvia, y podría seguir con muchas cosas más, pero en realidad si estás aquí leyendo esto, ya sabes lo que es la vida.

El dolor pasa, recordás una frase que tenés en tu cabeza desde hace unos días, desde que Santi se sintió mal, desde que Mariana se sintió mal, desde que Paula se sintió mal, y desde que Josefina se siente mal (en este orden vinieron mal las cosas). La frase de tía Juanita, ella siempre decía “si pudiera sacarte el dolor hijo, lo haría, lo tendría yo, en vez de voz, así no sufrís”. Que cosa tan grande, que valor a la vida.

El tiempo transcurre, no sé que le pusieron al suero, pero tenés un alivio, y querés aliviar a los demás es tu costumbre, haces chistes, con Paula, con la enfermera y hasta con el médico.
Tus amigos vienen a visitarte, vos te querés ir, las cosas están dadas para eso, solo falta un electro.

Hoy me sentí mal por dos, de salud y mal por los que me rodean, no quiero que me vean así, ese no soy yo, no quiero terminar de esa manera, lo mio tiene que ser rápido y sin vueltas.
Ya casi estas con un pie afuera, es hora de preparar la salida, en la calle hace frío, pero es la calle y para allá voy. Solo tenés que cuidarte, pero ya estás, el sol vuelve a iluminar tu cara, el viento te da otra oportunidad y el frío, el frío es hermoso.
Gracias a todos.

miércoles, 4 de marzo de 2009

La plaza de Claromecó

Hoy pase dos veces por la plaza, y sabes una cosa, hoy me vas a tener envidia. Ayer estuvo lloviendo y esto hace que los aromas tomen fuerzas y se conviertan en la felicidad de quienes podemos encontrar tanta felicidad en tan poco. Me impregne de aroma a pinos, su olor a salvaje hoy me cubría como un manto, además, pude apreciar nuevamente el camino que divide la plaza, que la corta en sus cuatro esquinas, que seguro debe ser el mas extraño de todos los caminos de una plaza, porque no guarda la diagonal, pero si tiene, lo que ninguna plaza tiene, todos los recuerdo de Claromecó. Y en esos recuerdos, los planes del día de cada uno de nosotros en cada pasada, los chismes de cada noche, lo que vamos hacer cuando lleguemos al centro, lo que vamos a pedir en La Terraza, el amor que será de verano, la búsqueda de la felicidad en una canción, en una noche, en cuando te saquen a bailar. Cuantas cosas encierra una plaza, además de sus flores, sus pájaros, la vista de la iglesia. La plaza de Claromecó tiene farolas como las de antes, tiene el romance de la luna, la luz del sol, la promesa en una estrella. El tiempo va cambiando sus cosas, ahora tiene un ancla, tiene un monumento abandonado a la madre, tiene homenajes a personajes de la localidad, pero no puede cambiar su esencia, sus encantos, sus duendes, su magia. Hoy cruzo nuevamente la plaza, y en verdad me sonrío solo, lastima que no estés conmigo para compartir esta sonrisa, lastima que no estés conmigo para compartir esta locura.

Crecer seguros y en paz en Claromecó

Anoche fue diferente, con dudas entré de lleno a un tema que compete a mis hijos, “seguridad”. Un tema donde involucrarte te puede traer problemas, pero lo tenía que hacer. Ellos necesitan estar bien, crecer tranquilos, sanos y en libertad. Claromecó necesita de seguridad y paz. Y ahí estuve yo, reuniendo gente para pedir por seguridad, ahí estuve al frente de la cosa. Me expongo mucho, no por mí sino por ellos, si las cosas no salen bien, puede haber represalias, pero también no puedo ver las cosas de afuera, no puedo mirar a un costado, mi apellido es así, jamás me lo hubieran perdonado mi abuelo, mis viejo, mis tíos. Siempre estuvimos involucrados, siempre fuimos al frente, aun sabiendo que teníamos diferencia en contra. Y anoche no fue diferente, es mas todavía hoy tengo miedo y debo cuidar de ellos mas adelante, de los delincuentes nunca se sabe, y siempre pienso en ellos. Algo de tranquilidad me dio hoy, salí a caminar las calles y todo el mundo me saludo a mi paso, buen día Luis, hola Luis, buen día Satini, eso me hizo bien, tan equivocado no estoy, tan mal no hago las cosas, todavía puedo levantar la cabeza, todavía puedo usar mi apellido, mi nombre. No tengo miedo por mí, tengo miedo por ellos. Le tengo miedo al desorden, al vago, a la droga, al alcohol, al tipo que se cree un poco mas y solo es un poco menos. Las cartas están echadas, ahora hay que saberlas jugar. La gente te acompaña, solo hay que empujar, nunca tan pocos fueron mas que nosotros, se supone que tan pocos malos jamás pueden vencer a tantos buenos. El tiempo dirá, Dios seguro nos guía.

Yo tenía veranos y un amigo… (Homenaje con ayuda)

Hay paisajes fugaces de los que uno se despide para siempre:
Los cerros de Mendoza, el monumento a la bandera, Península de Valdez, el puente de Río Cuarto, el mar de Claromecó y hasta te diria el barcito de Chucúl, un pueblito perdido cerquita de Rio Cuarto.

Serán, a veces, un recuerdo.
Pero puedo morirme sin volver a verlos.
En cambio esto de hoy es implacable.
Estoy aquí, tomando un café en el Nahuel Epú hasta que se haga la hora. En el mismo lugar donde una vez estuvo Rondanina.
Estoy aquí con el corazón dobladito como un pañuelo para guardarlo en el bolsi­llo hondo de la tristeza.
Es confuso el cielo del atardecer, es confuso en mi cabeza, el ruido de las olas, que llegan y que se van, y la arena oscura que se funde con la espuma de la orilla.
Fueron veinte minutos en una silla; un pedido de cuenta y el clásico no es nada, deja Luis. Y chau mar.
No te quiero decir chau mar, adiós, good bye...
Mi mar, visto durante 47 años desde el mismo ángulo, sabiendo de su sol bueno o malo, su cielo de cada noche desde diciembre hasta marzo, dónde esta la Cruz del Sur, o el Lucero que mi viejo me marcaba en las noches de paseo, lo mismo hacía con mis hijos, en qué momento se dá vuelta el vien­to; sus cambiantes olores: a yodo, a peces, a sal.
La luna está enredada en el oleaje, se refleja en el mar, luna arri­ba, luna abajo, ¿a cuál de las dos le pido que me seque las lágrimas?

Yo tenía un pedacito de mar,
Un pedazo chiquito chiquito:
Toda el agua cabía en un dedal
Y la arena... en un baldecito.

Azul, gris, verde, plateado, una aguaviva es una odalisca que danza con velos transparentes.
El tiempo se termina, hay que volver y toda la magia se rompe.
El faro en su soledad me observa, como diciéndome: ¿Vas a marcharte, de verdad?
Y fue así: tomé mi vida, le partí un pedazo, lo dejé en aquel mar.
Lo que quedó allá ya no lo tengo en mí.
Tengo un agujero profundo en la memo­ria, y hasta me arden, me queman, me lasti­man los recuerdos de ese tiempo que no pueden más abrazarme, darme descanso y un espacio infinito donde yo tomaba apun­tes, escribía frases para mis cuentos de todo el año...
Mi alma no se perdía cuando salía a recorrer los caminos del aire junto a las golon­drinas...
No sé ni me interesa en qué estación vivi­mos.
El verano pasado fue de persianas bajas.
El próximo verano no llegará, no se irá.
Ya no será verano ni le diré verano: será lo que no tengo, mi rama mutilada, mis ganas de llorar, mi silencio.
Mi desconsuelo.
En el agua repetida, en el agua que jamás se renueva y no envejece, se evapora y llueve, moja a los seres vivos y muertos, en esa misma agua, puse mis pensamientos de todo lo que mi alma ha recogido, y en estas lágri­mas de ahora.
¿Cuándo llegará a mí mi paisaje perdido en una gota de tu agua, mar mío?
Yo tenía un pedacito de mar,
pero ya no lo puedo encontrar... (vos tampoco amigo Fran)

La esperanza de encontrar nuestras cosas

Todavía quedan buenos días, todavía camino tus calles, todavía puedo ver el sol, las estrellas, una luna llena, respirar tu aire cálido con arómas perfumados.
Es bueno poder decir esto, es bueno poder compartir pensamientos, sentimientos, y dentro de estos, alegrías y tristezas.

Si me detengo y con tu ayuda, puedo ver todavía al Claromecó que amo, el Claromecó que busco y está más retirado. Solo hay que bucear entre tus calles, terrenos, playa, comercios.
Solo así podes encontrar las galletas marineras de Reinoso, la miel de Fangauf, los dulces caseros, las ciruelas de plantas guachas, las parras de las casas mas antiguas, los higos de los terrenos, los duraznos de las huertas caseras y los tomates colgados de las cañas, con ese aroma y gusto tan especial.


También y cerca del faro, todavía hay tucu-tucu, lagartijas, teros, gaviotas, horneros, calandrias, y las golondrinas.

Nunca te conté que las golondrinas en agosto comienzan a marcar la esperanza de la gente de Claromecó. Sí, aunque te parezca mentira, la llegada de las golondrinas, las flores en las uñas de gato y el florecer de las acacias, te marcan que esta llegando una nueva primavera, y con ella, el trabajo, los días mas calidos, y la esperanza de un nuevo verano.


Cuantas cosas no sabes de este Claromecó, vos sabes lo que siempre ves cada verano, pero ignoras la parte más dura, más fea, el doloroso invierno y sus problemas.
En definitiva todos sufrimos el invierno, pero uno cree que aquí es peor, lo bueno es saber que después viene el disfrute.

domingo, 1 de marzo de 2009

Lennon

Si fuese boxeo diríamos viene madurando el Knock out. Como es nuestra realidad, solo tenemos que decir, viene madurando él o los recuerdos, con todo lo que ello significa.
Ayer hicimos el amague de pasar la red y hoy finalmente se dió.
Claro visto de esa manera, dirás, que tiene de raro, que tiene para contar… y así comienzo.

Pasar la red es la reunión de amigos, la familia, el amor, y como ya dije en otra nota, “todo entorno a la red”.
Hoy a la distancia, yo creo que ni el viejo se hubiese imaginado semejante cosa.
Muchos de los que nos ven “tirar” la red, solo preguntan lo que ven, “salió algo”, y en verdad lo lamento por ellos. No pueden ver lo esencial.

La red hoy significó encontrarnos, disfrutar, jugar, conversar, recordar, ver nuestros gestos perdidos y los que evitamos ver.
Tirar la red hoy fue compartir nuevamente la galleta marinera de Reinoso, porque eso también se transmite y por suerte en generaciones.
Entre pasadas el cansancio se hace sentir, pero el entusiasmo te supera, aún para los novatos como el caso de German, que se animó y se sumó a la pasada.

La de hoy tuvo un ingrediente nuevo, “las piedras”. Renegamos y luchamos, nos lastimó las piernas pero no el corazón, pero crees que nos hizo retroceder?, al contrario, fuimos y fuimos, una y otra vez. Sacando bolsas de cornalitos y otras especies para asombro de muchos.

En la pausa del mate y la galleta, salió el tema y saliste vos viejo. Infaltalble, con la red.
Como hablar de la red y no recordarte. Como hablar de vos y no aflojarme, y no aflojarnos.
El beso y la palmada de Raúl lo dice todo. El mirar al mar y lagrimear.
No es para nada malo, hasta diría es saludable, diría buscándote.

Nos queda una pasada y queda el pedido. Las pesca no es muy buena, hago el pedido silencioso para quien está allá arriba en el cielo, que esta allá a lo lejos en el mar. Te hago el pedido a vos viejo.
Me mojo la cara por quinta vez en el mar, trato de disimular mis lágrimas al pensarte y hago la invitación, la fé esta intacta, las ganas impecables.
Los golpes en las piernas y el cansancio no existen, los brazos resisten una pasada más.

Agarras la red y mirás para abajo, todo se ve diferente, buscas la bolsa entre tus ojos llorosos, la tomas ente tus manos y tirando de ella dás la orden.
Las puntas te acompañan, Santiago tiene el palo que quedará afuera y el novato el otro.
Te siguen, la red esta nuevamente en marcha.
El mar espera, pasas por al lado de Raúl y se lo tenés que decir…, le gritas “esta pasada va a ser histórica”, y se lo decís ahora, antes de entrar, después podrían decir que "piola", ya lo sabia, o lo pudo ver.
Lo que no saben él y los demás, es que vos ya hablaste con el viejo, con el dueño de la red, con el "dueño del circo".

Haces punta, algunas piedras quieren cerrartre el paso, te caes, se engancha, te zambullís y la sacas, se necesita más que eso contra la suma de voluntades, vámos, un poco más, calculas las piedras, y las órdenes comienzan a bajar para quines te acompañan en esta rica historia de "pasar" la red.
Les decis, empezá a cerrar, cerremos más rápido, que la bolsa quede derecha!!, vamos afuera.

Y ahí está, la faena culminó, la bolsa esta como nunca, llena, los pescados se sacuden de un lado a otro, tiras los palos y salís caminando hacia el mar, al encuentro de la nada.


Sentís el “¡bien Lucho!” de Raúl mientras entrás al mar de nuevo, llorás, puteas, llorás, maldecís no tener a "Papi" como vós le decias, apretas tus dientes y te lavas la cara por sexta vez, no queres que te vean en ese estado.
Hay que volver a la red, la gente está asombrada ante tanto pescado, para vos y creo que para Santi, no lo es, pescaste más de lo que la gente puede ver. Volviste a estar cerca del viejo.
Todos te acompañaron.


Gracias Raúl... tu saludo nos compromete a vernos el próximo verano.


En tu cabeza yá tenés lo que vas a escribir, si le buscas un nombre esta frase te ayuda hoy.
“Podrán decir que soy un soñador, pero no soy el único”.

viernes, 30 de enero de 2009

Cada vez peor

Se termina enero 2009 y ya estoy pensando en abandonar Claromecó.
Cada año la situación me supera más, cada año se hace más difícil la convivencia, el trabajo, la gente.
Estoy tan cansado que pareciera la cabeza se me va a caer de un costado a otro. Tengo que hacer un esfuerzo para sostenerla derecha.
Me voy sin poder hacer nada en la casa, y eso me pone mal, porque veo que cada año esta peor y no se si ya se va a poder levantar.
La humedad y la suciedad se esta adueñando de cada rincón.
No pude descansar, no pude tirar la red.
Y aquí hago una pausa.
Veo que mis hijos están en otra cosa, son muy buenos, muy educados y por suerte trabajadores, pero la vida, las amistades los están llevando por otro camino.
Parecen no entender o no querer entender que todo se acaba.
Pero creo será así, el tiempo los hará tomar responsabilidades, las que ahora esquivan y que yo ya no quiero más.
Siempre pensé otra cosa para mí, me hacia descansando un poco más, con mas paz, pero veo que la cosa viene mal, muy mal.
Tendría que hacer una pausa por estas líneas, la situación me esta ganando y el estado de ánimo me supera.
Y eso voy hacer, si quiero y tengo ganas voy a seguir más tarde.

Febrero, detalles de mi cumpleaños

Se viene febrero y todo parece tomar aromas y colores diferentes, mas nuestros, mas caseros, mas familiares. De algo me di cuenta esta mañana, febrero es mucho mas lindo. Vas a decir que boludo, porque cumplís años, en realidad es verdad, sino no estaría dándoles a las teclas, pero febrero tiene pausas. Te da tiempo para todo, para caminar en patas, por la arena, por la tosca, por el barro, o por el mar. También podes disfrutar de las sombras, del fondo de casa, del paseo del arroyo, o del vivero. A eso sumale aromas. Hoy me envolvió el aroma a cristalina, conocida por nosotros como siempre verde. Eso me llevo a esto, o sea a escribir. Y sabes a mi me encanta, ayer a la noche hable con Cristi, y pese a que nos vemos, me olfateo a la distancia. Por suerte nos vamos a ver pronto. Habrá cosas para contar y anécdotas para compartir. En las anteriores cartas, notas, en realidad no se que son estas cosas, no te conté de mi cumple. Para esta fecha nunca tuve muchos regalos, porque siempre estuvimos acá. Pero nunca falto nada, el asado al mediodía, los buñuelos y los pasteles de la tarde.


Para colmo casi siempre llovía y refrescaba un poco, así que los pasteles de tía Juanita, volaban, sabes, como cada cosa descripta aquí, los estoy viendo y saboreando, y seguro vos también, en la cocina inmensa se esta friendo, se puede escuchar el crujido, además en la mesa esta los cuadrados de masa, unos tienen dulce de membrillo y otros no, es la lógica, porque hay que cerrarlos. Y no te imaginas, cuando salen terminados con el almíbar. No te lo podes imaginar?. Es una lástima.




Porque si hay algo que nos quedo en el recuerdo a todos era la cocina de Claromecó. Hagamos un ejercicio acompañame, son las 12:30, el sol molesta, subimos, algunos con hojotas, otros con viejas alpargatas y los más en patas, son dos o tres cuadras las que nos separan del mar, pero con el hambre que venimos parecen más, estamos llegando, y a diferencia de ahora, la casa esta sola, por el costado, a medio entrar hay algún vehículo, así que para pasar, si es de costado, seguro te vas a pinchar el pie.
Si entras por el frente, el piso frío te va a dar un descanso del calor, además ahí, ni más ni menos, vas a descubrir que se esta cocinando. Al entrar va a encontrar a tío Pedro, leyendo el diario, o jugando a las cartas, si alguien se quedó y no bajó a la playa.
Volvamos a los aromas, hoy hay papas fritas… ahhhh, que delicia, se te llena el cerebro de olor a papas, si te digo arroz con estofado, o la fritura de cornalitos, que buen ejercicio.
En verdad son los deseos de algo que no volverá tal cual. Hoy te dejo así, que sigas recordando vos, y que me ayudes a recordar. Para mañana tengo otra historia que también te va a gustar.

La excusa de los viajes y los hijos…

Yo se que los canso, yo se que resulta molesto, pero repito mis historias una y otra vez, será que el ser humano quiere quedarse en esas cosas, como quedaron el viejo, los tíos, los abuelos. Además trato que en cada historia los chicos aprendan algo, por eso una y otra vez. Por eso los viajes y las constantes despedidas. Por eso el turno de Río Cuarto, por eso también esas calles y las anécdotas, las que la misma tía María quiere recordar algunas y de otras no quiere saber nada. Por eso tratar de viajar y de que vivan lo que vos viviste, por eso hacer vida de vagos, porque sos un vago nato, y a tus hijos les enseñas esas cosas sanas todavía. Por eso te empecinas en pescar con la red, por eso en buscar lo que ya no hay, tucu-tucu, lagartijas, caracoles, cangrejos, cardos, anís salvaje, calles desoladas, terrenos vacíos, árboles inmensos, pájaros libres, aguas tranquilas, medanos inmensos. Todo se acaba, todo, también vos. Y eso te pone mal, sabes que te vas terminando. Cada vez que te acostas pensas, es tiempo perdido, pero no podes mas, tenes que descansar. Hay tantas cosas por hacer, hay una casa abandonada, una habitación por terminar, un fondo sucio, pastos secos y así podría seguir hasta no se cuando. A los chicos no les importa eso, ellos por ahora lo ven como un castigo. Además ya no esta el viejo para darte una mano, no esta Paula para ayudarte. Y aquí otro capitulo, hace dos años uno hacia planes, y se nos fue Fran, nadie lo pudo asimilar, nadie podrá asimilarlo, las cosas no son igual, le ponemos pilas, pero nada es igual. Cada lugar tiene su sello, porque estuvo o porque era el plan llevarlo. Río Cuarto era uno de esos lugares. Hace un año, la cosa estaba casi terminada, y llego Josefina, en verdad una linda locura. Y a decir verdad yo no quería seguir adelante, yo estoy mas del otro lado que de este, y me pareció una falta de respeto, falta de responsabilidad, no se, era como que yo muero y una hija nace. Pero la voluntad y la gran madre que tiene la hicieron posible. Vino a acariciar el alma de quienes estamos mal, de Paula principalmente, de una mujer golpeada siempre. Dios sabrá porque es así. Solo el sabe todo esto, de cómo se da, de cómo se dio. Y aquí estamos, entre sonrisas y pañales. Lo segundo parece molesto, pero en verdad me molesta más la sonrisa de “Jóse”, como le dice la negra. Y la palabra es equivocada, no me molesta por malo. Me molesta porque tiene vida y yo no la tengo, la veo sonreír y te puedo asegurar lloro el 90% de las veces. Me veo tan lejos, tan muerto, sin poder disfrutar nada, sin poder verla crecer y la veo que nos da felicidad, y no puedo llegar a colgarme. Mis dedos se abren cada vez que llego, y así caigo, como debo caer por haberla negado. Y eso creo que es justo. Ahhh por supuesto es de Racing. Como también lo son Mariana y Santiago, Mariana más que Santi, pero los dos llevan a la academia en su sangre. Por eso todavía creo, por eso todavía sueño, ellos tienen que estar unidos. Y hay algo que sí me molesta por ahora y solo por ahora, porque se de la moral de mis hijos, me molesta que Mariana no entienda, pero también entiendo su bronca, el tiempo dirá, solo ellas sabrán de su futuro, y ahí si no estaremos para verlas. Una Lástima.

El viaje, en que viajamos y como llegamos…

Aquí vamos a coincidir en que el tema era llegar, Claromecó era la meta, y todo valía. Hemos o he viajado en todo tipo de vehículos, la playa me llamaba, el amor me llamaba, la paz me llamaba, los sonidos, los aromas, Claromecó.
Salíamos de casa, del negocio, del galpón, de Constitución, por colectivo, tren, automóvil, camioneta o estanciera, la cosa era llegar. Y los tiempos fueron cambiando, los transportes fueron cambiando. No se si recordás cruzar en la ruta 228 o en la 3, algún ómnibus de los viejos, de los que se hacían al lado del galpón de Carrocerías el Expreso.

Terminal La Estrella - Cóndor (Constitución)

A esos los siguieron los primeros camellos, doble camellos y otros que La Estrella o El Condor sacaba. En esos tiempos salían de Constitución, no de la plaza de donde se sacaban los pasajes, sino de Hornos, donde después también te vendían pasajes.

Ómnibus El Cóndor

Luego apareció la Terminal de Ómnibus, y todo se traslado más lejos. Desde Constitución también salía el tren hasta Tres Arroyos, salía del anden 13, era el que venia para estos lados. Los últimos viajes eran toda una odisea.

Andén 13 (Constitución)

Los cambios en Tandil, los dos o tres vagones que quedaban, la parada hasta que le daban vía en Vázquez. Pero se llegaba.

Andén Tandil

Estación Tres Arroyos

Entre todos estos viajes hay uno en particular de la familia, fue volviendo un mediodía en plena ruta 3, veníamos con un colectivo de tío Juan, manejaba Francisco, que con suerte iba a 28 km/h en bajada. En medio del viaje subió un policía que iba a Monte, entre Azul y Las Flores, nos paro la policía por exceso de velocidad, una locura total, pensando que el colectivo era un viejo Bedford y además manejaba Francisco. Solo nos salvo la palabra del policía que viajaba con nosotros, sino todavía estábamos demorados.


Colectivo Bedford
En los colectivos nuestros era hermoso llegar, sacabamos los asientos de atras, se tiraban colchones y veníamos durmiendo. Nos dabamos cuenta que estabamos llegando por las subidas y bajadas en el camino paralelo al vivero. Y si era de noche, buscabamos el faro, para saber si ya estabamos cerca.